jueves, 28 de abril de 2011

"El Rito": un Diablo que no viste de Prada...

Hace muchos años, solía ser gran consumidora de las peliculas agrupadas dentro del género "de terror"; aunque claro, me refiero a aquella época donde dicho género se enorgullecía obsequiando al público afín con productos de gran calidad como "El Bebé de Rosemary", "Carrie", "El Ansia", "El Resplandor" (aún cuando creo que el libro la superó ampliamente) y la archifamosa película "El Exorcista", que indudablemente marcó un hito en la historia del cine del mencionado género, poblando de meses de pesadillas a quienes de forma directa o indirecta (dependiendo de la edad que tuviéramos en esa época)  vivimos aquella "fiebre exorcista" que aterrorizo al mundo entero.
Lamentablemente, y como sucede con casi todas las cosas, este tipo de cine se fue degenerando  y comenzó a producir prolificos bodrios cinematográficos clase B (en el mejor de los casos) que terminaron boicoteando inevitablemente a un gran número de espectadores que gustaban de aquellas peliculas pletoricas de creatividad y calidad.
Salvo algunos films aislados que han salpicado cada tantisimo tiempo la cartelera cinematográfica, recordándonos que -  si a alguien le interesara - podría seguir produciéndose cine de horror "del bueno", es que llegamos hasta nuestros días y nos encontramos con películas como "El Rito", que pretenden vendernos la idea de que quizás podamos retomar aquellos años dorados del cine de corte terrorífico.
Sin embargo, esta película se queda en las intenciones y se circunscribe, una vez mas, a la vieja y querida historia de los exorcismos plagados de efectos visuales tales como contorsionismos varios, voces escalofriantes, amenazas de vómitos, etc., sumada al viejo cliche del cura experto y el cura primerizo en esas lides de tratar de hacer escupir demonios a la gente.
Algunos me dirán que en realidad esta película está enfocada más en el tema de la crisis de fe que en el tema terrorífico; es probable, pero eso no quita que cae continuamente en fórmulas requete trilladas, y termina siendo una más de tantas historietas de posesiones demoniacas.
Plena de momentos lentos y carentes de contenido, nos encontramos con un film donde Mikael Häfström (su director) pretende mucho y logra poco. Sin dudas, el que "salva la petisa" es el gran Anthony Hopkins que como siempre, logra una formidable actuación aún en el peor de los mamarrachos cinematográficos (como las multiples secuelas de "El Silencio de los Inocentes"), que por cierto, siempre vale la pena presenciar.
Por otra parte, Colin Donoghue - quien personifica al inexperto seminarista atormentado por su devaluada fe y puesto en manos de Hopkins para que éste se la haga recuperar poco menos que a patadas - nos entrega una actuación absolutamente anodina y carente de profesionalismo, que malogra infinitamente la riqueza que podria haber tenido el personaje que le tocó en suerte representar.
Lo más rescatable, junto con brillante actuación de Hopkins, es la participación muy secundaria de Rutger Hauer en el papel del padre funebrero del joven seminarista, que nos obsequia con un personaje altamente perturbador que le va - para variar - como anillo al dedo.
En fin, un programa ideal para esos dias lluviosos en los que no tenemos nada mejor para ver.

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